Por Marta Castilla Geisse
CANTIGA DE LA CUNA VACIA.
Él estaba en su cuna y era mío
pero un día
aprendió a sostenerse por sus pies
y se fue por la vida caminando
y me quedé‚ sin él.
En su cuna vacía a veces lloro
el más inútil llanto
que se puede verter
y es que pienso que mi angustia
se hizo río
y que por su corriente
va a volver.
Con los tules de esa cuna
hice una trenza
que me aprieta la garganta
en el cantar
la cantiga perdida que no tuvo
ningún infante para adormilar.
Una tarde pasó como un muchacho
que la Patria llamaba a proteger.
No me reconoció
ni supo de todos mis desvelos
que eran de él.
Por su bien
no pude arrebatarlo a sus amores
que en mi ausencia complotada
fueron creciendo tan lejos de mi ser.
Se perdió por montañas
y por mares
por lejanos caminos de orfandad
y el regazo aterido de mi pena
ya muy pronto
en la cuna vacía va a morir.
(Invierno de 1990)