Hermógenes Pérez de Arce
Miércoles 15 de Octubre de 2008
El Mercurio
El mundo en general es bastante absurdo, pero este país lo es más. Por ejemplo, es el único en que la mayoría escribe “v/s”, lo cual no sólo constituye una irracionalidad, sino un disparate evidente, como muchas veces he explicado a los chilenos. Pero es sabido que éstos no me hacen caso, particularmente cuando tengo razón (lo cual no siempre ocurre).
El país es tan absurdo, que hace poco eligió como el más grande chileno de todos los tiempos a quien, comprobadamente y por los más variados conceptos, fue su peor gobernante de todos los tiempos. Bueno, en Rusia estuvo a punto de ganar igual título Stalin. Pero es sabido que los rusos siempre han sido un poco locos. Menos que nosotros, claro.
Ante la última crisis mundial, todo el mundo se ha comportado absurdamente, lo que Chile ha aprovechado para incurrir en irracionalidades mayores que los demás países. Así, en el momento crítico, la bolsa de valores bajó acá más que en otras partes, y nuestra moneda también fue una de las que más se depreciaron. Como es sabido, ésas son las circunstancias que los más ricos aprovechan para vender moneda extranjera y comprar acciones, mientras que los menos ricos, siempre los primeros en caer en el pánico, hacen lo contrario. Por supuesto, cuando las acciones comenzaron a subir y el dólar a bajar, mucha riqueza ha pasado de manos de los menos ricos a las de los más ricos.
El clima local es de tal absurdidad, que el principal tema de debate en el momento es si la Presidenta debe o no asistir a la inauguración del monumento al senador Jaime Guzmán, siendo que este último fue asesinado por el FPMR y que los pasados (esperemos) lazos y proximidad de la Presidenta con el FPMR son un hecho histórico comprobado. Les ruego excusarme por no citar el libro en que así lo acredito, pues ello iría en contra de mi reconocido -si bien discontinuo- rechazo a la autorreferencia. Con todo, la Presidenta podría razonablemente asistir a la inauguración, pero sólo si lo hiciera como un acto de contrición y para pedir perdón por la violencia que su sector sembró en el país.
Pero no debemos esperarlo, pues en éste se ha instalado un clima de tal escamoteo de la verdad histórica, que en la reciente conmemoración de los 20 años del triunfo plebiscitario del “No” la misma Presidenta osó decir que en su sector estaban “los padres de la democracia”, mientras sus adversarios eran “los hijos de la dictadura”. Pero fue su partido el que se fijó como meta explícita la destrucción por las armas de la que llamaba “democracia burguesa” y, en cambio, fue el gobierno militar, convocado por la mayoría para impedir el triunfo armado de los totalitarios, el verdadero padre de la democracia (“misión cumplida”). Pues, gracias a la Constitución que propuso al pueblo y éste aprobó (en el mismo acto en que otorgó un mandato de ocho años al Presidente Pinochet, luego no fue dictador), vivimos en plena democracia hasta hoy.
Por supuesto, ningún clima de absurdo nacional pervive sin que en su centro asuma carácter protagónico Ricardo I, diciendo las genialidades que acostumbra (la inaugural de su vida pública fue proponer, como “única solución” a los problemas nacionales, que todos los medios de producción pasaran a manos del Estado). Ahora sostiene, en días sucesivos, que no va a ser candidato presidencial y que sí va a serlo. Indecisión absurda, pues todas las encuestas lo señalan como el más votado de los posibles aspirantes de la Concertación. Claro, en el país del absurdo podría suceder que llevaran a otro con menos adhesión.
En todo caso, él ha comprobado reiteradamente tener suficien-tes títulos para ser reelecto como un condigno Presidente en el país del absurdo.