Por Marta Castilla Geisse
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¡POBRE SANTIAGO DE CHILE!
¡Pobre Santiago de Chile!
con la doña Presidente.
Ya no hay cosa que no pase,
porque estamos aceptando
que en los chilenos se siente.
Sería mejor que se case
y que nos deje tranquilos
si anda a puros besos chicos
aleteando con las manos
como lo hace el Cajarito.
Primero fue el Tran-Santiago
y tan mal que fue llevado,
y aquel horrible aguacero.
El volcán botó a su gente
¿los estudiantes? en cero,
y ella en viajes placenteros,
¡qué importan las inflaciones!,
a la mierda obligaciones,
teniendo tanta ocasión
de andar en regios aviones
en países de emociones.
Los ladrones sin atajo
los crímenes a destajo
digan si lo que digo no es cierto,
no hay cárcel que ponga atajo
se agotaron los pilares
de celdas que encierren vándalos
encerrando a militares.
Ya ni entierran a los muertos,
ya no hay jueces aunque reces
ni Tribunal que te escuche.
Hay pavor de ir a la calle
no sabes si vuelves vivo,
porque te roban y matan
si ya ni que te entierren logres,
porque se enojó La Morgue.
Ni los muertos ni los vivos
hoy tenemos un respiro
los muertos no piden aire,
pero a los que aún vivimos
nos mata la polución
y puede que en un gran suspiro
se nos caiga el corazón.
Estamos viviendo días
que no vale el reclamar:
sube y sube la bencina, la luz, el agua y el gas,
si no vale el protestar
menos te vale implorar.
Es que nunca aprenderemos
el grito que rompe tímpanos,
supimos en este invierno
lo que es el frío en tu hogar,
no alcanza la billetera
ni para poder manyar.
No llenas el plato al niño
que lo va a necesitar,
y los ojos de los perros
no te dejan almorzar.
He visto en la clase media
esa de casas sencillas
mascotas bajo una jaula
esperando las semillas
y el excremento que cae, en hambres
el perro no habla.
Niños que van a una Escuela
donde no le enseñan nada,
es que el chileno hoy no puede
ni siquiera conversar,
sólo escuchar ¿cachai?
y esos niños caminando hasta cien cuadras
al día,
que les rompe los zapatos.
Las micros como racimos no les paran en la esquina
no los incluye en paradas
y las suelas del zapato
con cartón acomodadas.
En este año dos mil ocho
no me refiero a indigencias
hablo de la clase media
a quien nadie da conciencia.
El terremoto que aguarda a esos
que hacemos la farsa
de una apariencia fingida
no del que muere en la calle
de frío y hambres pasadas,
no del que no tiene pieza
ni en la vereda frazadas.
Hablo del que no se ducha,
porque tiene restringida
el agua tibia del calefón,
porque la cuenta del gas que se ocupa en una mesa
ya está quedando vencida
y hay que lavarse por presas.
Hablo de jubilaciones y pensiones infamantes,
de mujeres que hoy se visten
sin las prendas necesarias
porque lo que no se ve es plata vuelta al chauchera
para el área alimentaria
y el gas, el agua y la luz son superiores razones
¡qué importa andar sin calzones!
Y esto no lo ve el Gobierno,
las deudas van en millones con tarjetas salvadoras
que son sólo “engañadoras”.
Un hoyo va tapando a otro hoyo,
la propiedad se estremece,
se vende la camioneta, y se vende los recuerdos
de los más grandes amores…
La angustia a menudo crece
stress, depresión y a veces
se llega a crisis de pánico
y no van al hospital, porque no pueden pagar
con “los Fonasa” satánicos.
Se anhela una pronta muerte
solamente por lograr “Seguros de Desgravamen”
que les quede a la familia
que sufre una cesantía que nos crece cada día.
Cuando aumentan como burlas
jubilaciones misérrimas
con unos veinte mil pesos
hay que salir a aplaudir
como el más hue…mul y gil
esa auxiliación gentil.
No sea que a los chilenos
se nos colme la paciencia
y cual golpe de ajedrez
les demos un “jaque mate” como el de la otra vez
mas que no sean niñitas
tirándole a las Ministras
un jarro de agua en el mate
sino granadas de plomo
y hagamos un exorcismo a ladrones, asesinos y matones
y al mal Gobierno incapaz de una conciencia perdida
que a Chile lo tiene herido, pero en herida mortal
para salvar al País de este desastre mayúsculo
por tanta razón expuesta
¡volémosles lejos el culo!
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